"Ningún niño respeta al docente porque lo amenace, en todo caso le tendrá miedo: porque el respeto se gana, no se impone; se construye con amor, y, así, es mucho más fuerte que la obediencia. Ningún niño aprende a ser humilde si el maestro no muestra su ignorancia, su apertura, sus defectos y limitaciones. Ningún niño puede creer en la palabra si el docente no cumple con lo que dice; la confianza no se construye con mentiras en el medio...Las relaciones interpersonales son las que marcan nuestro destino, por eso tenemos un lugar importantísimo en la vida de esos niños que ocupan el aula. Ellos confían en nosotros, nos buscan para que seamos guías en su vida, para que los ayudemos a comprender cómo funcionan las cosas, qué es justo y qué no, para que los contengamos y para que les pongamos límites. Primero necesitan esto, después la lección de geografía."
Fragmento del libro "Neurociencias para educadores".
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